EL SUFRIMIENTO INNECESARIO
EL SUFRIMIENTO INNECESARIO
LA FALTA DE CLARIDAD
Es difícil calcular el
sufrimiento que podemos producir en una
persona cuando actuamos con falta de
claridad. Dependerá de la situación emocional de la persona que sufre y el grado
de amor y confianza puestos en la persona que produce el sufrimiento. Por
supuesto, que también de la claridad que esperamos en la persona que nos causa
el sufrimiento. No debemos olvidar que Dios es luz y que nosotros, sus hijos,
somos hijos de la luz.
Mateo 5:14: Vosotros sois la LUZ del mundo; una ciudad
asentada sobre un monte no se puede esconder.
No podemos escondernos que
es lo que hacemos cuando no somos claros a los ojos de los demás, creamos
incertidumbres y dudas sobre el hermano y sobre si mismo. Esto parece
innecesario y desde luego no es la mejor actitud que podemos tomar. Nuestra
luz, en el caso que nos creamos candeleros extraordinarios, no es solo para
alumbrarnos nosotros, sino también para ayudar al hermano no cegándole con
nuestra luz e impidiéndole tropezar igualmente. Todo hombre, mientras está aquí
en al tierra, tiene sus luchas internas y, al Espíritu Santo, trabajando en él,
por eso, el Señor nos aconseja la paciencia, la confianza, la humildad y el
amor, como las mejores virtudes, para que no recurramos a lo que solemos hacer,
a lo que con tanta facilidad hacemos,
muchas veces, sin ni siquiera darnos cuenta: al juicio propio. Nos enredamos a
acicalarnos con frases y sentencias de tal manera que conseguimos asustar a las
personas y, en cierta manera, a frenarlas en su avance haciéndoles perder el
tiempo hundiéndolas en un mar de dudas, a veces sobre él mismo. Las palabras
son como el viento; tiene la capacidad de empujarte hacia delante haciéndote
avanzar y también de frenarte aún cuando estás capacitado para avanzar. No
seamos viento furioso, sino más bien brisa suave y dejemos la furia al que verdaderamente esta
capacitado para ejercerla, al que es también Señor, de la furia. .
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